El taxodio o ciprés de los pantanos, traído de las Américas al jardín de los duques de Montpensier, ya estaba allí cuando hace 101 años se inauguró la glorieta a Bécquer. El inmenso árbol continúa siendo el centro del monumento al poeta sevillano olvidado por la ciudad que lo vio nacer y que hace un año, cuando se cumplía el 175 aniversario del nacimiento de Gustavo Adolfo Bécquer, perdió la oportunidad de dejar de ser tan tacaña con el autor de las «Rimas y leyendas» en una efeméride tan redonda, que coincidió con el centenario del excepcional monumento del parque.
El 22 de diciembre de 1870, a los 34 años y coincidiendo con un eclipse total de sol, moría en Madrid Gustavo Adolfo Bécquer. Cuarenta y un años después se erigiría la espléndida glorieta alegórica del Parque de María Luisa, en mármol y bronce, rodeando ese exótico ciprés de los pantanos, según el boceto de Lorenzo Coullaut Valera y por iniciativa de los hermanos Álvarez Quintero.
Antes, a finales del XIX figura el empeño del insigne José Gestoso, que llegó a encargar un boceto para un monumento, pensado para ir en la Puerta de la Barqueta, al malogrado Antonio Susillo, que presentó su proyecto en 1893.
El próximo año se cumple el centenario de la vuelta a Sevilla de los restos de Gustavo Adolfo y de su hermano Valeriano, el pintor, muerto sólo tres meses antes que el poeta. Nuestro mayor romántico, vivo en sus rimas y sus leyendas, sigue siendo visitado por algunos románticos en el Panteón de Sevillanos Ilustres, bajo la Anunciación.
Fuente: ABC
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