Los Gozos de Santa Ana fueron el preludio de un acontecimiento que no sucedía desde que se celebrara la restauración de su templo y la apertura al culto. La imagen de Santa Ana, adornada con lilium y ortensias, inició su salida procesional después de que la banda dirigida por Julio Vera, que interpretaba la marcha del «Cristo del Amor», abriera el cortejo junto con la cruz parroquial, las hermandes y todas las asociaciones religiosas del barrio.
El capataz de la Esperanza de Triana, Juan Manuel López, dio las tres llamadas y la cuadrilla de palio de la Esperanza de Triana llevó a la Santa desde la parroquia con las notas de la «Esperanza de Triana Coronada» que hizo sonar la Banda de Música de la Hermandad de Triana. Tenía lugar entonces el principio de una esperada procesión por la feligresía que ponía el colofón, con permiso de los tradicionales fuegos, a la celebración de está Velá de Santiago y Santa Ana.
La Abuela de Triana salía entre pétalos, replique de campanas y sobre todo, recibiendo la admiración del público que se sorprendía del acto y que ni siquiera llegaba a recordar la última vez que la Patrona recorría las calles en donde siempre había vivido. «Yo he vivido para verlo pero no me acuerdo de esa vez» —se decían los vecinos unos a otros.
A lo largo del recorrido, el público que acudió a ver la procesión, curiosos y espontáneos, pudieron escuchar cómo el Coro de la Real Parroquia de Triana afinaba sus voces en tres ocasiones.
La primera de ellas, junto al salón parroquial, en una segunda ocasión; en la Capilla de los Marineros de la Esperanza de Triana y por último ante la Casa Hermanad de Madre de Dios del Rosario.
Las calles, repletas de seguidores en todo momento, dificultaban, a veces, el paso del cortejo. Sin embargo, un silencio, lleno de satisfacción, respetaba las canciones de los coros y de las dedicaciones que, por ejemplo, en la calle Rodrigo de Triana, a la altura de «La trastienda andaluza», recibió el paso.
Durante el itinerario, que coincidió con el del Corpus Chico, el párroco de Santa Ana atendía las felicitaciones que una y otra vez llegaban de los vecinos
«SIEMPRE A PULSO»
No fue la primera la única «levantá» que se hizo «a pulso», los costaleros se esforzaron por levantar el paso lentamente en cada una de los momentos en que el grupo escultorico de Santa Ana reanudaba la procesión.
Este especial cuidado con el que se trataron a las imágenes se debió a la antiguedad de las tallas, que datan de la segunda mitad del siglo XIII.
Así, la procesión parroquial de Santa Ana ponía el punto y seguido a la Velá para dar paso a unos fuegos que no fueron los únicos protagonistas de la última noche engalanada de Triana.
Fuente: www.sevilla.abc.es
www.hotelelviraplaza.com
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