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El empeño de una parroquia ha hecho posible la implicación de un pueblo en la mejora y restauración de una de sus joyas patrimoniales.
«Me he sentido muy arropado por el pueblo de Morón, del que estoy muy orgulloso, pues se ha volcado con la parroquia». Quien habla de esta manera de sus vecinos es el párroco de San Miguel, Amador Domínguez, que ha visto hecho realidad un empeño que comenzó a fraguar desde que llegara al municipio en 2008. En septiembre concluirá su periodo al frente de esta parroquia, la más antigua de la localidad. Pero partirá con una gran satisfacción: la de haber contribuido a devolver esplendor a una iglesia con cinco siglos de historia.
El conjunto de actuaciones practicadas en el templo ascienden a un montante de 500.000 euros, dividido en dos fases: una primera financiada por el Arzobispado de Sevilla (250.000 euros) y el resto sufragado mediante un convenio con la entidad Serranía Suroeste Sevillana, con cargo a fondos europeos. También ha habido otras donaciones que han permitido actuaciones en materia de patrimonio artístico.
Los trabajos que precisaba la iglesia finalizaron el pasado 30 de junio cuando el arzobispo, monseñor Asenjo, bendijo la culminación del grueso de las obras. «No se va a dejar nada sin pagar», apunta Amador Domínguez, quien hace hincapié en el interés mostrado por el Arzobispado y por sus parroquianos, que han colaborado, desde el más humilde al más pudiente, en la medida de sus posibilidades.
Y es que la parroquia de San Miguel presentaba serios problemas de conservación, provocados en buena medida por una gran cantidad de aguas subterráneas que habían hecho mella en partes importantes del templo, como en su solería, cabecera (capilla del altar mayor y crucero) y muros.
Estas actuaciones, tanto en el interior como en el exterior del templo, han estado dirigidas durante el último año por un equipo integrado por Francisco Pinto, José María Guerrero y Fernando Burón que, casi en paralelo, ha intervenido también en la sacristía, edificio anexo a la iglesia, con tres plantas y uno de sus forjados apuntalado desde 1998.
La recuperación de esta parte de la parroquia ha conllevado la instalación de un ascensor, así como la habilitación de un espacio para exposiciones y de otro para uso de la propia iglesia.
Fuente: ABC de Sevilla.
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